Hiper del Pollo: una historia de familia, esfuerzo y evolución en Posadas

Desde 1989, esta empresa familiar se posiciona como pionera en la comercialización de pollo fraccionado en la ciudad. Con los años, incorporaron nuevos rubros, atravesaron desafíos y hoy se consolidan como una referencia local en el rubro alimenticio.

La historia de Hiper del Pollo comienza en 1989, cuando la familia oriunda de Entre Ríos, decidió cambiar de vida en busca de nuevas oportunidades. “Nuestros padres eran empleados allá: mi mamá docente, y mi papá trabajaba en la empresa que hoy nos vende los pollos. Querían independizarse, emprender algo propio”, relatan sus hijas Luisa y Emilia, actuales responsables del negocio.

Así nació el primer “Hipermercado del Pollo” en Posadas, una propuesta completamente innovadora para la época: un local especializado en pollo, que fraccionaba las piezas y ofrecía productos elaborados. “Fueron los primeros en hacer carnicería de pollo. Pioneros en fraccionar y en sumar productos nuevos”, destacan con orgullo. Con el paso del tiempo, el local fue creciendo: se mudaron, incorporaron personal y sumaron nuevas líneas de productos. En 1996 se incorporó la venta de carne vacuna, proveniente también de la misma zona de Entre Ríos. Y hacia 2010, llegó el turno de la panadería. “Fuimos agregando rubros según veíamos la demanda. Siempre atentos a lo que pedía el cliente”, cuentan.

Empezar con poco, aprender sobre la marcha

Como en toda historia emprendedora, los comienzos no fueron fáciles. “Cuando nuestros padres llegaron a Posadas, no tenían nada. Unos amigos les prestaron una heladera, otros un equipo de frío… Fueron juntando lo que podían para arrancar. No tenían conocimientos técnicos ni cultura financiera. Todo fue aprendizaje sobre la marcha”, recuerdan. A eso se sumaba el desafío de mudar a toda la familia, con hijos en edad escolar. “Dejaron todo atrás. Para nosotros, ese cambio de vida fue el mayor desafío”.

El recambio generacional comenzó en 2007, cuando la hija mayor volvió a Posadas. Luego se incorporaron sus hermanos, tras finalizar sus estudios. “En 2020 iniciamos un proceso de reestructuración y profesionalización. Comenzamos a dividirnos las tareas, asignar responsabilidades claras y organizarnos también a nivel de mandos medios”, explican. Aunque sus padres siguen participando activamente, desde hace varios años las decisiones principales están en manos de las hijas María Luisa Ducret y María Emilia Ducret. 

Para muchas empresas, la pandemia fue un punto de inflexión, y el Hiper del Pollo no fue la excepción. “Ese año pateamos el tablero: reestructuramos el negocio, dividimos funciones y empezamos a trabajar en la apertura de un nuevo local”, recuerdan. Lejos de detenerse ante la incertidumbre, encontraron en ese momento una oportunidad para mirar hacia adentro y planificar a futuro. “No fue por la competencia. El impulso de innovar está en nuestra esencia: siempre estamos pensando cómo mejorar, qué ofrecer nuevo, cómo facilitarle la vida al cliente. Hacemos productos prácticos, para resolver la comida del día a día, sin resignar calidad”.

Un nuevo local para seguir creciendo

El sueño del nuevo local nació también en 2020, como parte del proceso de transformación. “Al principio fue una idea tranquila: un local nuevo y algo más. Después dijimos: ‘No, hagamos solo el local, pero bien hecho’. Buscamos un terreno que nos permitiera estar más cerca del público, sumar estacionamiento y dar un paso más en experiencia”.

Así, paso a paso, fueron definiendo cada detalle: el espacio, la funcionalidad, la atención al cliente, incorporar productos nuevos. “Nada fue casual. Todo surgió de escuchar al cliente y de estar atentas a lo que necesitábamos como empresa para seguir evolucionando”.

Socios de la CCIP desde sus inicios

Hiper del Pollo es socio de la Cámara de Comercio e Industria de Posadas desde sus inicios. “Creo que somos socios desde que tengo memoria, desde el año 89”. A lo largo de los años, la relación con la CCIP fue tomando diferentes formas: desde gestiones puntuales, como las vinculadas a impuestos o tasas municipales, hasta una participación más activa con el paso del tiempo.

“Gracias a la Cámara pudimos resolver varios temas y gestiones impositivas. Y desde la presidencia de Sergio Guelman empecé a involucrarme más. Hoy formo parte de la Comisión de Ambiente, lo cual también conecta con mi profesión”, explica María Luisa Ducret, ingeniera ambiental.

Para ellas, el valor de la CCIP va mucho más allá de lo institucional: “Lo que más destaco es el networking, poder compartir experiencias con colegas que están en la misma. A veces uno piensa que ciertos problemas son individuales y en realidad son compartidos por muchas empresas. También valoro mucho las capacitaciones que ofrece la Cámara y el acompañamiento en gestiones que facilitan mucho la vida del comerciante”.

Un mensaje para quienes están empezando

“Yo creo que uno siempre tiene que tratar de hacer lo mejor que puede. Siempre que hagas algo, poné todo. Hacelo con todo lo que tengas, con tu mejor versión. Cuando hacés algo a medias, no tiene el mismo impacto ni el mismo éxito que cuando das todo de vos para que las cosas salgan bien”, reflexiona Luisa.

Ese compromiso absoluto fue el motor de sus padres al dejar todo atrás para empezar de cero, y es el que hoy continúa guiando a las nuevas generaciones.

“No digo que el éxito esté garantizado, pero cuando te arriesgás, tenés que darlo todo para tener una mayor probabilidad de crecer. Emprender es eso: entregarse por completo a lo que uno sueña.”

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